martes, 28 de septiembre de 2010

cuando emprendas tu viaje...

Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias.
No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,
ni la cólera del airado Posidón.
Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta
si tu pensamiento es elevado, si una exquisita
emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.
Los lestrigones y los cíclopes
y el feroz Posidón no podrán encontrarte
si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,
si tu alma no los conjura ante ti.
Debes rogar que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas.
Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,
y comprar unas bellas mercancías:
madreperlas, coral, ébano, y ámbar,
y perfumes placenteros de mil clases.
Acude a muchas ciudades del Egipto
para aprender, y aprender de quienes saben.
Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:
llegar allí, he aquí tu destino.
Mas no hagas con prisas tu camino;
mejor será que dure muchos años,
y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,
rico de cuanto habrás ganado en el camino.
No has de esperar que Ítaca te enriquezca:
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Sin ellas, jamás habrías partido;
mas no tiene otra cosa que ofrecerte.
Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,
sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.


C. Kavafis

sábado, 26 de junio de 2010

APRENDIENDO

Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una
mano y encadenar un alma.
Y uno aprende que el AMOR no significa acostarse.
Y que una compañía no significa seguridad, y uno empieza a aprender ....

Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas, y uno empieza
a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos, y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno del mañana es demasiado inseguro para planes ... y los futuros tienen su forma de caerse por la mitad.

Y después de un tiempo uno aprende que, si es demasiado, hasta el calor del Sol puede quemar.

Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores.

Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno es realmente fuerte, que uno realmente vale, y uno aprende y aprende ... y así cada día.

Con el tiempo aprendes que estar con alguien, porque te ofrece un buen futuro, significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado.
Con el tiempo comprendes que sólo quien es capaz de amarte con tus defectos sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad.
Con el tiempo te das cuenta de que si estás con una persona sólo por acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás no deseando volver a verla.
Con el tiempo aprendes que los verdaderos amigos son contados y que quien no lucha por ellos tarde o temprano se verá rodeado sólo de falsas amistades.
Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en momentos de ira siguen hiriendo durante toda la vida.
Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es atributo sólo de almas grandes.
Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo duramente, es muy probable que la amistad jamás sea igual.
Con el tiempo te das cuenta que aun siendo feliz con tus amigos, lloras por aquellos que dejaste ir.
Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona es irrepetible.
Con el tiempo te das cuenta de que el que humilla o desprecia a un ser humano, tarde o temprano sufrirá multiplicadas las mismas humillaciones o desprecios.

Con el tiempo aprendes a construir todos tus caminos en el hoy, porque el sendero del mañana no existe.
Con el tiempo comprendes que apresurar las cosas y forzarlas a que pasen, ocasiona que al final no sean como esperabas.
Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante.
Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado, añorarás a los que se marcharon.

Con el tiempo aprenderás a perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo, pues ante una tumba ya no tiene sentido.

Pero desafortunadamente, sólo con el tiempo...



J.L.BORGES

lunes, 14 de junio de 2010

El peligro de una única historia

www.ted.com/talks/lang/spa/chimamanda_adichie















África:
ese "país" poblado de bellos animales y vegetación, con personas incomprensibles que, como describió ya Locke, son bestias sin cabeza con los ojos en el pecho...
ese "país" de lenguas, comidas, música y costumbres únicamente tribales...
ese "país" en el que no saben leer ni escribir, y todos se mueren de hambre....

¿Y tú?
¿correrás el riesgo de quedarte con una única historia?


(es cierto que el vídeo dura casi 20 minutos y normalmente, no me gusta hacer ver vídeos tan largos, pero si aquí esta, es porque considero que realmente merece la pena)

viernes, 9 de abril de 2010

OPTIMISMO DE CARACOL

Caminar encorvado, algo lento pero nunca pausado
Cigarro en boca y cerveza en mano…

-¿De qué esta formado el cuerpo?- preguntó con la típica seguridad y misterio que tanto le caracterizaba
Ella dijo que de agua, o de células quizás. Él, algo más acertado, afirmó que de átomos, ¿de qué si no?
-¡Átomos! ¿Y qué forma los átomos?- preguntó nuestro amigo el caracol
-¿Energía?- preguntaron casi en forma de afirmación sus atentos oyentes
-¡Exacto!, ¡Energía! ¿Qué son los átomos si no energía?, ¿qué somos los humanos si no una enmarañada mezcla de infinitos átomos unidos por enlaces de energía aparentemente invisibles?

Los jóvenes, atentos, con admiración y aún sorprendidos por el repentino tema de conversación de corte científico que había comenzado su compañero el caracol pensaron para sí mismos que tenía razón; ¿de qué si no va a estar formado el humano más que de energía?

- Sí, pero todo es energía. No solo nosotros, los humanos, estamos formados por ella. También mi ropa, esta calle y aquellos lejanos árboles son energía –se atrevió a añadir el joven.
El caracol dijo que el joven llevaba razón. Todo en este mundo no está formado más que de enormes cantidades de energía que, como dijo ya alguna vez el gran Einstein, ni se crean ni se destruyen, tan sólo se transforman.
- ¿Y no es cierto – prosiguió el caracol – que si nos encontramos solos en una habitación oscura, con los ojos cerrados y los oídos tapados y no contamos con la ayuda de ninguno de nuestros otros conocidos cinco sentidos, nos ocurre que podemos adivinar el momento exacto en el que otra persona entra en la habitación?, ¿no ocurre a veces que, al estar dormidos, nos despertamos, a veces sobresaltados, por la sensación de una presencia cercana por silenciosa que sea?
- Así es… - pensaban para sí mismos los entusiasmados oyentes
- Así es –dijo el caracol como leyendo el pensamiento de sus jóvenes amigos; y prosiguió – y esto no tiene otra razón de ser que el hecho de que dicha energía se pueda transmitir de unas personas a otras, o de un ente a otro ente si así lo preferís.

De momento, parecía que nuestro amigo el caracol se hubiera llenado de energía, de una extraña energía que parecía contagiarnos, una energía que nos hacía querer que siguiera hablando y que olvidásemos, al menos por un momento, que ya habíamos llegado a los antes lejanos árboles donde tendría lugar nuestra despedida.

- Es el hecho de que esta energía se pueda transmitir lo que hace que ciertas personas resulten más agradables para nosotros que otras, lo que hace que, cómo se dice coloquialmente, nos caigan mejor.

Los jóvenes parecían enmudecidos, tan sólo sonreían como lo hace un fiel discípulo ávido de sabiduría.

- Un día, alguien me dijo – seguía entusiasmado el caracol – que es posible hacer positivos todos los átomos de nuestro cuerpo. Es difícil, pero no imposible. Y si lo conseguimos, dicha positividad será transmitida a nuestro alrededor haciendo positivos los átomos de todo aquello que nos rodee.

Quizás, esta afirmación, en principio, pudo resultar para los jóvenes algo mística, pero el señor caracol, enemigo de creer por simple acto de fe, se encargó de añadir:
- Soy consciente de que dicha afirmación pueda parecer algo mística o espiritualista pero, dejando de lado el dogma de fe, es algo cierto que la energía existe, que nosotros la poseemos y que es posible su transmisión.

Se hizo un breve silencio, posiblemente de reflexión. Tras él, el caracol añadió:

- Quizás no sea ésta una verdad absoluta ni tajante, pero si hacemos positivos todos los átomos de nuestro cuerpo, podemos abrir las puertas de la positividad a nuestro alrededor.

De nuevo, breve silencio durante el cuál, el joven se percató de que ya hacía un rato que todos estábamos parados junto a los árboles dónde tendría lugar nuestra despedida.

- Amigo caracol, no se me ocurre mejor despedida – dijo sonriente.
El caracol respondió a su sonrisa y le abrazó.
Todos, casi al unísono, sonreímos, quizás por el hecho de ser conscientes, casi de repente, del tema del que estábamos hablando después de una loca noche de cervezas, parecía increíble.
Fue en aquellos árboles donde nuestro amigo caracol, tras su inolvidable y peculiar despedida, nos dijo adiós, posiblemente para siempre.
Y aunque nos entristece pensar que quizás ese adiós si fuera para siempre, por suerte, siempre podremos encontrar algún otro caracol. Los reconoceremos porque llevan una enorme mochila por caparazón y posiblemente, uno de sus brazos estirados con el dedo pulgar mirando siempre hacia arriba y, aunque aún no es seguro, puede que la positividad de todos los átomos de un cuerpo huela a mar.


Lucía Asensi
--Gracias a Sergio por ser un inolvidable caracol y a Jorge por plasmar al jóven de la historia--

jueves, 8 de abril de 2010

Enamorate conmigo

En un lugar de Alicante, de cuyo nombre no puedo acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un filólogo, de los de pluma en bolsillo, libro bajo el brazo, vasta inteligencia y sonrisa en rostro. Enseñanzas algo más literatura que sintaxis, proyector los viernes, historia general los lunes, curiosidades religiosas los martes y alguna poesía de añadidura consumían toda parte de su tiempo…


Algún día, escribiré un libro cuyas primeras palabras no sean otras que las anteriores. Ese día se popularizará una novela en la cual se redacten las aventuras y desventuras de una adolescente que mantiene mágicas relaciones sentimentales con cantidad de hombres que sobrepasan, algunos con creces, los 50 años. El culpable, o aquel al que esa adolescente deberá agradecer este tipo de relaciones afectivas, será el filólogo antes nombrado en la introducción de mi futuro libro.

Sintiéndolo mucho, he de comunicaros que esa novela quizá no vea la luz hasta dentro de varios años, o que posiblemente las palabras que compongan sus páginas se queden atrapadas por siempre en mi mente sin ser compartidas; por ello, he decidido regalaros este texto en el que intentaré dejar plasmado un breve resumen de la historia.

Sitúense; principios del siglo XXI, algún lugar del sur de la Comunidad Valenciana, un primer día normal de clase, un peculiar profesor de castellano y una joven estudiante sentada en primera fila.

El profesor comienza a hablar, nombra a un tal Umberto al que la chica ya conocía y es justo entonces donde empieza lo interesante de la historia.

La adolescente conocerá más a fondo a Umberto, un escritor y filósofo italiano de unos 76 años experto en semiótica, y pasados unos días se enamorará locamente de él. Con este señor viajará al año 1327 para visitar una abadía ubicada en los Alpes italianos. Todo comenzará con una reunión en la que se va a discutir sobre la supuesta herejía de una rama de los franciscanos, pero la reunión se verá amenazada por una serie de asesinatos que nuestra protagonista y su actual compañero sentimental deberán resolver acompañados por los amigos de Umberto: Guillermo y Adso. La relación no durará más de un par de semanas pero en ese tiempo el escritor y filósofo le habrá hablado a la chica sobre el libro perdido de Aristóteles: La comedia y le habrá enseñado que se es extraño porque se es sabio pues tan solo los hombres pequeños parecen normales o que el diablo no es el príncipe de la materia, el diablo es la arrogancia del espíritu, la fe sin sonrisa, la verdad jamás tocada por la duda.

Poco tiempo después, aún sin olvidar a su querido Umberto, el profesor le presentará a Desiderius Erasmus y, de nuevo, se enamorará. Este es un filósofo, filólogo y teólogo neerlandés de 472 años de la mano del cual conocerán a la locura (o estupidez) hecha carne, y esta les hará reflexionar y dudar sobre todos los aspectos poco cuerdos de la humanidad.

Más tarde, un tal Miguel será presentado a la chica, y sí, se volverá a enamorar. Miguel es un novelista, poeta y dramaturgo español de unos 461 años aproximadamente. Con su agradable compañía viajará hasta un lugar de la mancha para, durante varios días, conocer a su amigo Alonso Quijano con el que pasará momentos inolvidables de locas aventuras unas veces, y tristes desventuras las otras, acompañadas siempre de risas, reflexiones y enseñanzas.

Además de estas aventuras el anciano hará comprender a la joven cosas como que las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres, pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias.

Pasado un tiempo nuestra querida enamoradiza seguirá sin poder olvidar a sus antiguos compañeros. Será entonces cuando aparezca Amin. Él es un apuesto escritor libanés de 59 años que llevará de viaje a la muchacha a lugares tan maravillosos como Granada, Fez, El Cairo o Roma en pleno siglo XVI y le hará relacionarse con gente tan relevante como Los Reyes Católicos, el emperador Carlos V, Lutero, Barbarroja, la familia Médici o el papa León X enseñándole que cuando todo el mundo se aglutina en torno a misma opinión la verdad está en otra parte.

Otro Miguel será su siguiente compañero sentimental, este tiene 88 años y es novelista y miembro de la Real Academia de la Lengua. Ambos se trasladarán a vivir juntos durante unos días a Valladolid, pero la joven, aparentemente no satisfecha de sus anteriores experiencias, se hará amiga íntima de un tal Cipriano, un chico reformista que vive en plena época de Contrarreforma.

Cuando la adolescente vuelva de Valladolid se encontrará con otro hombre y, de nuevo, como no, se volverá a enamorar. Este será el último señor que el profesor presente a la chica, pero dejará en ella la curiosa costumbre de enamorarse de casi todos los que vayan apareciendo en su vida. Arturo es como se llama este señor, tiene alrededor de los 57 años y gracias a él conocerá al gran Quevedo o a su amigo Diego Alatriste pasando con ellos excitantes aventuras en la apasionante capital de España durante el siglo de oro del país.


A lo largo de la novela se relatarían los acontecimientos con mayor precisión y aparecerían muchos más amantes, hombres y mujeres, de la chica. Este, como he dicho en un principio, tan sólo es un resumen de mi supuesta futura obra, y tampoco quiero haceros perder más el tiempo pues prefiero que lo empleéis enamorándoos de la forma en que la protagonista lo hace, viajando como ella, sintiendo como ella lo hizo y lo hará. No esperéis a que alguien os presente u os obligue a conocer a estos u otros señores y señoras, buscadlos, conocedlos, amadlos. Podéis elegid para vuestras relaciones afectivas a los mismos amantes de la chica, sé que a ella no le molestará pues esa chica soy yo.

Vale.


Lucía Asensi
Texto escrito hace ya dos años en contestación a las recurrentes críticas de los estudiantes por el hecho de tener que leer obligatoriamente.



Para más información se debería leer:
El nombre de la rosa (Umberto Eco), Elogio de la locura (Erasmo de Rotterdam), León el Africano (Amin Maalouf), El Hereje (Miguel Delibes), El capitán alatriste - Limpieza de sangre (Arturo Perez Reverte) y, sobre todo, El Quijote (Miguel de Cervantes).

"Leer te da más"


domingo, 28 de marzo de 2010

INAWEZEKANA

May the African sun always shine on you. May the rhythm of its drums beat deeply in you heart. May the vision of all its glory fill you with joy, and may the memory of Africa be with you, always.


jueves, 11 de marzo de 2010

Esperando una migración de pájaros silvestres...




Quizás, al igual que El Principito, todos esperemos una migración de pájaros silvestres con la que viajar a nuestro hogar.

Un hogar en el que nos espera esa flor que es única para nosotros por muchas aparentemente iguales que pueda haber; ese lugar donde sí es importante si un cordero puede comerse o no una rosa. Los adultos dirán que no es importante puesto que sólo es una flor, pero son adultos, para ellos nunca es relevante y serio lo realmente importante. Si por ejemplo les dices que has visto la casa más bonita que jamás hayas observado no te preguntaran por el color de sus paredes, el olor de su interior o la belleza del bosque que la rodeaba y tan sólo preguntarán por el número de metros cuadrados o por su precio de compra y si les nombras un número muy elevado entonces exclamarán: ¡Oh!, ¡sí que era bonita!

Quizás, al igual que El Principito, todos esperemos una migración de pájaros silvestres con la que viajar a nuestro hogar.

Un hogar en el cual, sus habitantes no se limiten a desear se adorados y venerados, a poseer y poseer más y más con el único fin de poder seguir poseyendo. Un hogar en el cual, los que en él vivan no se dediquen a eso a lo que llaman especializarse realizando día y noche la misma función sin aprender ni preocuparse por el resto de conocimientos y cosas bellas del mundo. Un hogar, en fin, en el que aquel que no sea venerado, poseedor de miles de cosas insignificantes o no se dedique día y noche a ese misma y única función de la que dice ser experto, sea rechazado, empequeñecido y olvidado.

Quizás, al igual que El Principito, todos esperemos una migración de pájaros silvestres con la que viajar a nuestro hogar; a nuestra estrella… porque, al fin y al cabo, puede que las estrellas tan sólo se iluminen con el fin de que cada uno pueda encontrar la suya.

Y mientras la encuentro, yo seguiré esperando esa migración de pájaros silvestres.


Lucía Asensi
 (amante incondicional de Le petit Prince y de su creador, Antoine de Saint-Exupery).