jueves, 11 de marzo de 2010

Esperando una migración de pájaros silvestres...




Quizás, al igual que El Principito, todos esperemos una migración de pájaros silvestres con la que viajar a nuestro hogar.

Un hogar en el que nos espera esa flor que es única para nosotros por muchas aparentemente iguales que pueda haber; ese lugar donde sí es importante si un cordero puede comerse o no una rosa. Los adultos dirán que no es importante puesto que sólo es una flor, pero son adultos, para ellos nunca es relevante y serio lo realmente importante. Si por ejemplo les dices que has visto la casa más bonita que jamás hayas observado no te preguntaran por el color de sus paredes, el olor de su interior o la belleza del bosque que la rodeaba y tan sólo preguntarán por el número de metros cuadrados o por su precio de compra y si les nombras un número muy elevado entonces exclamarán: ¡Oh!, ¡sí que era bonita!

Quizás, al igual que El Principito, todos esperemos una migración de pájaros silvestres con la que viajar a nuestro hogar.

Un hogar en el cual, sus habitantes no se limiten a desear se adorados y venerados, a poseer y poseer más y más con el único fin de poder seguir poseyendo. Un hogar en el cual, los que en él vivan no se dediquen a eso a lo que llaman especializarse realizando día y noche la misma función sin aprender ni preocuparse por el resto de conocimientos y cosas bellas del mundo. Un hogar, en fin, en el que aquel que no sea venerado, poseedor de miles de cosas insignificantes o no se dedique día y noche a ese misma y única función de la que dice ser experto, sea rechazado, empequeñecido y olvidado.

Quizás, al igual que El Principito, todos esperemos una migración de pájaros silvestres con la que viajar a nuestro hogar; a nuestra estrella… porque, al fin y al cabo, puede que las estrellas tan sólo se iluminen con el fin de que cada uno pueda encontrar la suya.

Y mientras la encuentro, yo seguiré esperando esa migración de pájaros silvestres.


Lucía Asensi
 (amante incondicional de Le petit Prince y de su creador, Antoine de Saint-Exupery).

5 comentarios:

Aissa dijo...

Hola!! Bonito blog! yo estoy empezando con el mio!Un beso!

Scipion dijo...

Yo ya estóy condenado a una vida de especialización obligado a olvidar "el resto de conocimientos y cosas bellas del mundo".

Belceblues dijo...

I per què esperar a que se t'enduguen els ocells?

Per què desitjar que se t'enduguen els ocells?

Le petit prince doit croître.

Fer dijo...

Como siempre, precioso.

Me encanta como escribes.

Forgiven Princess dijo...

Quizás sea porque la inocencia juvenil nos permite esperar la migración de esos pájaros silvestres que se resisten a migrar, mientras que aquellos que perdieron la inocencia, perdieron con ella la esperanza.
Un abrazo ^^